El patrón meteorológico durante el período de desarrollo de la cosecha y de su maduración tuvo un efecto decisivo en el carácter de los vinos de 2016, con su elegancia, refinamiento, acidez vibrante y taninos magníficos. La primavera fue atípicamente húmeda, con fuertes lluvias y temperaturas relativamente frías durante los meses de abril y mayo. Estas condiciones tuvieron la ventaja de restaurar los niveles hídricos de agua subterránea agotados por la sequía del año anterior, y crear reservas para el cálido verano que se siguió. Todavía, las condiciones húmedas de la primavera también resultaron en pérdida de fruta en algunas áreas y una reducción significativa en los rendimientos. Además también retrasaron el inicio del ciclo de maduración. El envero comenzó tarde con el registro visible de sus primeros signos en tan solo la segunda semana de julio.
Desde principios de julio que las condiciones secas y cálidas prevalecieron hasta bien entrado el mes de septiembre. A pesar del calor, la maduración se hiso de manera uniforme y gradual. El comienzo tardío del ciclo significó que, a fines de agosto, la cosecha aún estaba lejos de madurar. Alguna precipitación a mediados de septiembre ayudó a concluir la maduración. Los productores que decidieron retrasar la recolección de las uvas para hasta después del final de las lluvias fueron recompensados con perfectas condiciones de vendimia, incluso con noches frescas que ayudaron a prolongar los tiempos de fermentación y que permitieron una extracción suave. Las primeras uvas fueron vendimiadas en la Quinta de Vargellas (propiedad de Taylor’s) el 17 de septiembre, y el 23 y el 26 en las otras dos propiedades del valle de Pinhão.
Color negro-púrpura intenso con un estrecho ribete magenta. Notas fuertes de intensos frutos del bosque con matices vibrantes de manzana verde, ciruela fresca y frambuesa. Alrededor de esta capa de fruta brillante y vivaz, hay una nariz con un aura embriagante a estepa y a hierbas de viñedo. En un registro más profundo, las notas exóticas de madera de cedro y jazmín añaden una dimensión más a su complejidad. El vino tiene una atractiva finura y musculatura con taninos fibrosos y lineales que se integran perfectamente en el paso de boca y que luego reaparecen para mantener el vino en un agarre seguro. Energizado por una acidez animada, los sabores intensos de bayas continúan edificando su largo final. Aunque las notas clave sean el refinamiento y el aplomo, el vino presenta una resistencia y un vigor circunscritos, que son las características distintivas del estilo Taylor’s.